Comunicando los Buenos Propósitos
Los
directores de las compañías con quienes trabajamos nos preguntan frecuentemente
si sus formas de entablar sus relaciones con sus públicos vienen siendo las
adecuadas, ya que, si bien nuestra economía ha gozado de buena salud durante
los últimos años, no somos ajenos al aguacero mundial de desazón empresarial y al
subsecuente replanteamiento de las formas de hacer negocios. Hoy más que nunca,
el objetivo no es solo maximizar utilidades sino hacer una diferencia liderando
los avances de la sociedad.
Según
el último estudio “Good Purpose” de Edelman
el consumidor global considera que las empresas deben hacerse cargo de los
impactos de su accionar y juzga este hecho como un factor decisivo de
preferencia de una marca sobre otra, por
lo que la respuesta para los preocupados directores sería que deben pensar (aún
más) proactivamente como usar su negocio para dirigir “propósitos sociales”
vinculados a su core business,
creando productos responsables e innovadores, estableciendo compromisos a largo
plazo con la sociedad, motivando la participación constante de los empleados y comunicando
los esfuerzos emprendidos para movilizar su réplica.
Para
Río+20 la comunicación será un proceso elemental para fortalecer los pilares
del desarrollo sostenible (ambiente, sociedad, economía) y es incuestionable
hoy la relevancia de su gestión eficiente para establecer conexiones con los
grupos de interés y alcanzar los objetivos organizacionales, pero sus reglas no
están escritas en piedra y lo que para unos puede resultar, para otros puede
tener consecuencias negativas, entonces, cómo comunicar adecuadamente la
responsabilidad social. A continuación algunas sugerencias.
No
podemos excluirnos de las nuevas tendencias de la comunicación pues obedecen a
las necesidades que la crisis plantea y esta tendencia indica que utilizar la
responsabilidad social como cimiento para la estrategia de comunicación brinda
buenos dividendos si se llega a establecer un nexo real con los públicos, integrando
los mensajes a la identidad corporativa y, aunque suene a sobrentendido,
hablando estrictamente con la verdad acerca de los actos que se realiza e
intenciones que se tenga. De esta manera es posible recurrir al usuario como
aliado de la marca en nuestra difusión, puesto que, existe además una
predisposición creciente en los consumidores a ser protagonistas de los cambios
y no solo a expresar su voluntad en el acto de compra.
Las
campañas de comunicación (en especial las ligadas a la publicidad) se inclinan
a ser más cortas para priorizar los resultados inmediatos y maximizar la
inversión, no obstante, en el plano de la Responsabilidad Social, puede
reforzarse el mensaje a través de acción constante dado que un cliente
comprometido tiene potencial como emisor y además por su naturaleza la
Responsabilidad Social puede y debe amalgamarse a la visión estratégica de la
empresa para obtener resultados sostenibles, lo que permite eludir, por
ejemplo, la estacionalidad de la disposición de los medios masivos a reproducir
nuestros contenidos.
La
innovación en canales y soportes utilizables constituye una tendencia
especialmente resaltante, pero ninguno, por más eficaz y novedoso que a simple
vista pueda parecer garantiza por sí mismo satisfacer la demanda informativa de
cada público y recomendamos que si se apela a múltiples plataformas se conserve
la unidad del mensaje adaptándosele al público con el que se interactúe. Los
productos que surjan para comunicar las acciones responsables deberían respetar
siempre estas premisas para ser efectivos, por ejemplo como aquellos reportes
de sostenibilidad en forma de historietas que elaboran algunas empresas para
comunidades aisladas.
Los
recursos a los cuales apelar son muchos si se tiene claro el “propósito”,
finalmente solo agregamos que pese al vértigo que algunos cambios puedan
provocar y la sofocante sensación de perder el paso con cada nuevo invento o
moda, una buena comunicación siempre será estratégica, dialogante, transparente
y sobre todo creativa.
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